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UN MUNDO DE JUGUETE

Hace casi diez años, en el jardín de la pequeña Bonnie, Andy se despedía por última vez del sheriff Woody y del guardián espacial Buzz en una emotiva escena que ya forma parte de la historia del cine. Con el regreso de nuestros juguetes favoritos en Toy Story 4, repasamos la saga de Disney-Pixar en cinco momentos inolvidables.

 

¿Qué va a ser de mí? (Toy Story, 1995) Con el estreno de Toy Story, la tecnología digital de Pixar irrumpía en el cine como Buzz Lightyear en la habitación de Andy: al grito de ..hasta el infinito y más allá!.. .Su sistema de sonido es impresionante. Woody solo tiene un cordel., subrayaría el temeroso Rex ante la imponente demostración. .Había llegado la hora de que el anticuado cowboy cabalgara en solitario hacia el horizonte? A ritmo de Randy Newman, la compañía californiana nos demostraría con esta escena fundacional que un juguete con alma de silicio también puede experimentar uno de los sentimientos más humanos: el miedo a ser olvidado.

 

La señora Nesby (Toy Story, 1995) Y si el miedo al abandono —tan presente en el imaginario Pixar— empujaba a Woody a provocar el accidente con el que comenzaba la aventura, nuestra segunda escena se construye sobre otro elemento recurrente: el cuestionamiento de la identidad. Al igual que en Toy Story 2 el vaquero de trapo conocer. su origen gracias a la televisión, el flamante Buzz Lightyear también descubrirá en un anuncio su condición de juguete made in Taiwán, lo que le convertirá por un tiempo en una invitada más en una divertida merienda de pastitas y (mucho) té.

 

Las reglas del juego (Toy Story, 1995) Olvídate de Vengadores: Endgame. No hay mayor crossover que el que puede crear un niño mientras juega. Soldados, ovejas de tres cabezas, dinosaurios… En Toy Story la imaginación fusiona mundos diferentes, pero existen ciertas reglas. Molly, la hermana de Andy, no puede seguirlas por su edad; Al, el hombre-pollo de Toy Story 2, las ignora en su propio beneficio, mientras que Sid las pervierte en su “laboratorio” abriendo la puerta a una plétora de freaks (digna de Tod Browning) que acabará dándole al bruto adolescente la lección de su vida y nos recordar. el poder del juego para desdibujar las líneas que delimitan lo humano.

 

Yo soy tu hijo (Toy Story 2, 1999) De un modo parecido pueden leerse a su vez los múltiples guiños a películas míticas (Indiana Jones, 2001: Una odisea en el espacio, Mi vecino Totoro). Y es que, como Andy, también Lasseter y compañía se entregan libremente a la experiencia lúdica para dar cabida a sus juguetes favoritos, entre los que no podía faltar el villano más famoso del cine en su escena más .pica: Darth Vader… alias Zurg.

 

¡Pulsa el botón! (Toy Story 3, 2010) Es justo lo que gritamos con Woody cuando vimos que Lotso, el resentido oso (con olor a frutas) de Toy Story 3, dejaba a nuestros muñecos favoritos a merced del incinerador de basura cogidos de las manos en un bello gesto de amistad —verdadero motor de sus peripecias vitales—. Por suerte, la intervención de los marcianitos verdes en el último suspiro nos convertiría para siempre en adeptos del gaaancho.

© Walt Disney Company