En el tranquilo pueblo de Morlaix, en la Bretaña francesa, Gwen afronta su último año de instituto marcada por el duelo tras la reciente muerte de su madre. Su rutina da un giro inesperado con la llegada de Jean-Luc, un parisino carismático y enigmático, que fascina a Gwen.

La atracción entre ambos crece, y en un momento de confidencia, Jean-Luc revela que también carga con una pérdida dolorosa: la muerte repentina de su hermano años atrás. Juntos, entre la melancolía y la búsqueda de sentido, descubren que sus heridas pueden ser un puente hacia una conexión profunda.